Mientras saboreaba una cerveza en mi
buhardilla, charlando con los amigos
de la red, no dejaba de pensar en la
preciosa Trossachs Trail que había conocido esa tarde. Un verdadero
gustazo para los sentidos rodar por allí. Al día siguiente comenzaría mi camino
hacia Heysham, donde por fin embarcaría hacia Isla de Man. Aún me
quedaban unas horas por disfrutar de Alba
(así la llaman en gaélico), pero ya había decidido incluirla en mi particular
lista de lugares que me han enriquecido el alma. Estaba completamente enamorado
del país y de su gente. Amables, siempre contestando al zumbao de la moto con una sincera sonrisa. Vamos, que me quedé
dormido soñando que iba en la Mille
con una falda… y una gaita cogida con pulpos
en el colín.
El mordisco que le había dado a
Escocia era pequeño, pero el bocado que le pegué al desayuno típico
escocés que me habían preparado Mr.&Mrs. Smith fue grande, incluso
demasiado para después ceñirse la faja de una espaldera y subirse a una moto. Y
es que no dejé ni las migajas en ese plato rebosante de bacon, salchichas, alubias, puré de patata, tomates, champiñones y
morcilla. Ay, ha sido escribirlo y sentirme saciado otra vez… Sobre las doce
del mediodía, tras despedirme del gran Frank y su mujer, y charlar un poco con
otro compañero motard cliente del B&B
(con una bonita Triumph Bonneville cargada hasta las trancas), arranqué y puse rumbo al sur.
Mi ferry hacia Douglas partía a las dos y cuarto de la madrugada, así que
disponía de un largo día para gozar de los casi quinientos kilómetros de ruta
sin prisas. Mi primera parada fue en Paisley. Me impresionó la iglesia Thomas Coats Memorial, una joya del
gótico en arenisca roja. Con más de cien años de antigüedad, la llaman la Catedral Baptista de Europa. Y es que el
que uno sea ateo no quita que disfrute de la arquitectura religiosa. La verdad
es que incluso en pequeños pueblos me estaba encontrando auténticas maravillas
en forma de iglesia. Ésta bien merece la visita.
A las afueras me encontré con el Barshaw Park, un enorme parque de
los de verdad, donde los perros corren felices. No pude resistirme a sentarme
un buen rato en uno de sus bancos, aprovechando para poner al día el diario y
repasar la ruta. Paisley Park… ¿se referiría a este Prince? A los pocos kilómetros
entré en la mayor ciudad de Escocia, Glasgow. La primera impresión que
me dio es que se trata de una ciudad moderna, nada que ver con Edimburgo, por
ejemplo. Con tiempo sólo para perderme un poco por sus calles y echar un vistazo,
me detuve en tres sitios muy concretos. La Necrópolis, la Catedral de
San Mungo (que pillé en obras, rodeada de andamios) y George Square.
En la Plaza George me encontré con otro amable escocés que se ofreció a cortarme la cabeza en una foto y que,
como no, también tenía un apartamento en Benalmadína.
Tengo que decir que Glasgow no me cautivó demasiado, incluso me pareció algo
fea y un poco descuidada en algunas zonas, pero sí que me gustó el rollo cosmopolita que le da su gente. De
todas formas no os fiéis mucho de un tipo que sólo ha estado de paso por ella. Parece ser que cuenta
con una gran propuesta cultural en forma de galerías y museos. Y con cuatro
universidades, y siendo cuna de grupos como Texas o Franz Ferdinand, estoy
seguro que debe tener un gran ambiente nocturno.
No muy lejos de Glasgow, a unos quince kilómetros en mi ruta hacia el
sur, se encontraba el Castillo de Bothwell. Construido en el siglo XVIII
fue una de las fortalezas más notables de su época. Hoy en día está en ruinas,
aunque parece que lo están restaurando. Añejo
y en un precioso entorno, me encantó. Tras un rato paseando por allí me puse en
marcha, haría un tramo por la autovía M74 para quitarme rápidamente un
buen tramo. Tocaba despedirse de Escocia y no dejaba de pensar en que sus
ciudades y pueblos son preciosos, pero lo que realmente impresiona de estas
tierras es su paisaje, su naturaleza, su luz. Rodando por sus carreteras
experimentas una felicidad absoluta.
En las proximidades de Carlisle me desvié por una bonita, pero
atestada de tráfico (imagino que tendría que ver que fuera viernes por la
tarde), carretera nacional hacia la costa. De nuevo pisaba Inglaterra, estaba
en el condado de Cumbria, y os aseguro que no le envidiaba nada en
belleza a las tierras de las que venía. Como iba muy bien de tiempo hice una parada técnica en Whitehaven. Sin
duda lo más bonito y llamativo de esta encantadora ciudad es su puerto. Allí me
instalé un buen rato para reponer fuerzas con algo de picoteo mientras disfrutaba de las vistas. Y aproveché para improvisar
en el GPS un itinerario con puntos de paso forzados y la opción de "ruta
más corta" hacia Heysham.
El resultado del experimento no pudo ser mejor. Hubo un par de veces que
incluso dudé en seguir por donde me marcaba… algunos parecían caminos que no
llevasen a ninguna parte, impropios para una R, pero me lo estaba pasando tan bien que me olvidé de que no iba
en una cómoda trail. Ya no era
sonrisa de oreja a oreja, eran carcajadas bajo el casco. Espectaculares comarcales
sin tráfico, caminos rurales y atajos por bosques que te hacían reír una y otra
vez de felicidad. Me costaba creer que estuviese disfrutando tanto o más que el
día anterior por la Trossachs Trail.
Rutas así te recuerdan y hacen que sientas la auténtica esencia de
viajar en moto. Después de flipar
con estos últimos kilómetros tuve que hacer un pequeño tramo por autovía hasta Heysham.
Algo anodino, pero después de once horas de moto me alegré de llegar al destino
sin más novedades que una sonrisa que no había manera de borrar de mi cara.
Eran casi las once de la noche y aún no había anochecido del todo. Según me
acercaba iba distinguiendo las figuras de los que ya esperaban para embarcar
hacia Douglas. Tres autocaravanas (remolque con moto incluido) y siete u ocho
motos habían llegado antes que yo.
Un compañero con otra RSV se
puso a charlar conmigo. Me enseñó cómo había recortado su carenado y había
instalado un manillar ancho. Me dijo que lo agradecería y yo no supe como
traducirle que “sarna con gusto no pica”.
El buen rollo reinaba, íbamos a Man. Poco a poco comenzaron a llegar más
compañeros motards: ingleses,
holandeses, daneses y franceses, ningún español. Estaba emocionado. Había
pasado unos maravillosos días de viaje, pero por fin llegaba el momento soñado,
el objetivo real de este periplo. Tras una fría espera embarcamos en el ferry
de la Steam Packet. Una vez en mi
asiento, esperando a que zarpáramos para echar una cabezada, pensé en las
compañeras de bodega de la Mille. Me
di cuenta de que apenas había modelos ruteros, con maletas o baúles. La gran
mayoría llevaban los bártulos sujetos con pulpos…
y lucían muchas erres en sus
carenados.
El TTour en Nostromoción:
· I) Comenzando a soñar.
· II) Inglaterra & Escocia.
· III) Escocia.
···
· V) Tourist Trophy. Isla de Man (I).
· VI) Tourist Trophy. Isla de Man (II).
· VII) Tourist Trophy. Isla de Man (III).
· VIII) Tourist Trophy. Isla de Man (IV).
· IX) Tourist Trophy. Isla de Man (V).
· X) Tourist Trophy. Isla de Man (VI).
· V) Tourist Trophy. Isla de Man (I).
· VI) Tourist Trophy. Isla de Man (II).
· VII) Tourist Trophy. Isla de Man (III).
· VIII) Tourist Trophy. Isla de Man (IV).
· IX) Tourist Trophy. Isla de Man (V).
· X) Tourist Trophy. Isla de Man (VI).
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