Uno de junio. Primer día de carreras. Quizá por eso me levanté con ganas
de un buen chute de adrenalina. A esas alturas ya tenía grabado a fuego uno de
los carteles que se pueden ver por la isla: “Know your limits. Respect our
roads”. Y así, conociendo mis límites, sin comportarme como un
descerebrado, acudí de nuevo a la llamada de La Montaña a darme una
alegría. Y me la di, vaya si me la di. Pero al llegar a Creg Ny Baa me prometí
a mí mismo que esa era la última vez que lo hacía, porque una vez arriba es
muy, muy complicado no calentarse, y
más si llevas varios días yendo y te empiezas a conocer el trazado. Al día
siguiente era el Mad Sunday. Me habían recomendado no hacer el Mountain
Course por cómo va la peña y los
accidentes que suele haber. Pero antes de disfrutar ese día tan conocido por los achicharrados de medio planeta, debía gastar lo mucho que me quedaba de este.
Fui al camping de Douglas a devolver la llave de la taquilla y a aprovechar un rato el wifi que ya tenía pagado. Había amanecido oscuro, con pinta de lluvia, pero mientras estuve allí el día se aclaró. La carrera Dainese Superbike había sido cambiada al día siguiente, así que me encaminé a ver un rato los entrenamientos a la bajada de Quarter Bridge. Estaba más o menos un poco antes del punto donde cortan gas. Muchos llegaban con la rueda delantera en el aire. Supongo que esa apurada de frenada al final de la rampa es uno de los muchos lugares del circuito en los que los TT riders tienen que aplicarse físicamente más a fondo. A pesar de que cualquier sitio es bueno, en este apenas los veías pasar, así que al rato puse rumbo a otra zona para ver la carrera de sidecares. Es lo bueno de venir con tu propia moto, si no te termina de convencer tu palco… pues te cambias. Eso sí, una cosa a tener en cuenta antes de que cierren el trazado es situarse en el lado correcto dependiendo de a donde se quiera ir, porque si te equivocas tendrás que esperar a que terminen y abran de nuevo la carretera.
Me dejé guiar por la tecnología por caminos cada vez más angostos hasta que me topé con una senda de piedras y tierra. Ahí deseé de verdad tener una trail. Y también aprendí a desactivar la opción de pistas sin asfaltar del GPS. Finalmente, tras deleitarme un buen rato con las bonitas carreteras manenses, llegué a Ballacraine y me instalé en una valla frente a la curva. Allí terminé de ver los entrenamientos de las motos y me dispuse a disfrutar de la primera prueba de los locos de las tres ruedas. El ambiente se notaba más animado aún, el público estaba impaciente por ver carreras. Muchas orejas portando auriculares y muchas manos con bolígrafos y cuartillas con los equipos para seguir con detalle los giros.
Al hilo del aumento de espectadores, tengo que decir que la semana de
entrenamientos es una gran opción para vivir y sentir la esencia del Tourist
Trophy. En mi humilde opinión, las vivencias son prácticamente las mismas,
pero con menos gente por la isla. Ver volar
bajo a los TT riders en entrenos es muy similar a verlos en carrera.
Con la excepción de la emoción propia que se crea por ver el reparto del
pódium y demás puestos, y ese plus
que sacan algunos para batir records, claro. Digo esto por si alguien se anima
a hacer el viaje con su moto pero ve que para la segunda semana no quedan
plazas en los ferrys de la Steam
Packet. Que eso no sea motivo para decir: “lo dejo para otro año”. Lo
pasarás igual de bien. Nada más desembarcar con tu montura ya te sentirás afortunado
y especial por estar allí. Créeme.
En Ballacraine no ves demasiado tiempo a los pilotos, pero es una curva de unos cuarenta y cinco grados (un cruce en realidad) que resulta muy vistosa por cómo buscan el ápice y apuran la salida de la misma. Sin duda es un buen sitio para disfrutar de los sidecares. En este tipo de curvas es donde te das cuenta del gran trabajo físico que hacen los copilotos. Deben acabar fundidos. La carrera Sure Sidecar 1 estaba programada a tres vueltas. Dave Molyneux, el tercer piloto más laureado del Tourist Trophy tras Joey Dunlop y John McGuinness, con diecisiete victorias actualmente, tuvo que conformarse con el tercer lugar del podio. Ese día la victoria fue para la pareja formada por Tim Reeves y Daniel Sayle.
Para evitar atascos me fui un poco antes de que
acabase el tercer giro. Confieso que, al contrario que con las motos, no
conocía a ningún equipo salvo el del campeón y no me estaba enterando de cómo
iba la clasificación. Pero aunque ignores quién va ganando, el regocijo al
verlos pasar no disminuye, de ahí lo que comentaba anteriormente de que venir
en la semana de entrenamientos es una muy buena elección. En ese momento, antes
de buscar otro lugar donde vivir los entrenamientos de la tarde, yo había
elegido visitar Peel. Al llegar me encontré con el resguardado puerto
deportivo. Pasé al lado y continué hasta la Isla de St. Patrick, donde
se encuentra el castillo y el puerto pesquero.
Hacía un par de kilómetros que venía notando esa
sensación tan agradable y familiar. Era el intenso olor de la mar. Mis fosas
nasales se emborracharon de ese aroma al quitarme el casco. Cerré los ojos y
respiré hondo. Al abrirlos y mirar hacia la bahía divisé a un hombre entrando a
puerto en su pequeña barca, con las velas recogidas y una gran bandera de Ellan
Vannin flameando al viento. Sonreí. Fue uno más de esos momentos mágicos
que me regaló La Isla. Tras un buen rato paseando por el muelle y las
murallas de la fortaleza, me dirigí al paseo marítimo. Además de disfrutar de
la bonita playa, desde allí se tienen unas preciosas vistas de ese castillo construido
por los vikingos cuando Peel era la capital del Reino. Me encantó
esta ciudad que respira tranquilidad y ambiente marinero. Imprescindible
visitarla en tu viaje a Man.
Me puse en marcha de nuevo, tocaba buscar un buen sitio
para pasar la tarde. Los apenas diez kilómetros que separan Peel de Kirk Michael
se salvan con la A4, vía que circula paralela a la costa. Es una
auténtica gozada para los sentidos esa penetrante fragancia marina y ese
sencillo y limpio paisaje. Además, tuve la suerte de cruzarme tan sólo con un
par de coches. Toda la carretera para mí. No era de extrañar, el público hacía
rato que estaba ya situado esperando a ver los entrenamientos. Por enésima vez
apurando. Sin saber muy bien donde ponerme y con los marshals haciéndome gestos para que me diese prisa, me topé con la
fachada de The Mitre, uno de los pubs con más solera de la isla. Su interior,
con las paredes cubiertas de fotos antiguas del TT, resulta muy pintoresco. Y
la cerveza está muy rica.
Mientras buscaba un buen asiento, con mi pinta en la mano, escucho a alguien decir algo de “spanish”. Miré al otro lado de la calle y vi que en el jardín de una casa estaba Martino, de Martí Motos, hablando con unos guiris, preparado para grabar con su cámara. No le conocía personalmente pero le saludé a voces y quedamos para charlar cuando terminasen los entrenos. Para describir como pasan los TT riders por ese lugar, no se me ocurre nada mejor que poner las palabras que usó Antonio Maeso en su ‘feisbuk’ para referirse a la imagen de arriba: “Entrar en Kirk Michael peinando la cuarta para enchufar la quinta a fondo en mitad del pueblo con la rueda en el aire, son de esas cosas que no se pueden explicar…”. Como la mayoría de fotos de pilotos que he publicado en estas entradas, en realidad es una captura de pantalla de uno de los muchos videos que grabé, de ahí que la resolución no sea demasiado buena.
Durante los entrenamientos veía como el pobre Martino pasaba frío al otro lado de la carretera, mirando de soslayo de vez en cuando las pintas que yo engullía en la terraza de The Mitre. Al concluir nos encontramos y, pequeño que es el mundo, resulta que me conocía por haber leído el post de Joey Dunlop. Yo sí que le tenía fichado por patrocinar a Antonio el año anterior y por sus magníficas crónicas en su canal de YouTube. Me presentó a Vanessa y el muy cachondo se empeñó en hacerme la primera y única entrevista de mi vida para incluirla en uno de sus videos. Fue un auténtico placer encontrarme con esta pareja tan maja. Me bastaron un par de minutos para cogerles un gran cariño. Lástima que Andorra me quede lejos y no pueda disfrutar de su amistad más a menudo. Os envío un fuerte abrazo desde aquí.
Una vez que la
Mille quedó aparcada en el camping, me fui andando al pub The Raven
y me hice fuerte en una mesa con toda
la parafernalia electrónica. Al son del ‘Born
to be wild’ pedí la primera de las cuatro pintas de Carling que me
tomé. Enchufé mi ladrón y puse a cargar las baterías de todos los chismes
mientras robaba wifi charlando por las redes sociales con los
amiguetes. Aunque estaba encantado de vivir mi sueño en solitario, también se
agradecía un poco de compañía virtual
de vez en cuando. Sin embargo, no estaba echando de menos a nadie. Ni a nada.
Me sentía como un gorrino revolcándose en el barro. A pesar de que ninguno nos
lo haya confirmado aún, se dice que lo pasan de puta madre.
El TTour en Nostromoción:
· I) Comenzando a soñar.
· II) Inglaterra & Escocia.
· III) Escocia.
· IV) Escocia & Inglaterra.
· V) Tourist Trophy. Isla de Man (I).
· VI) Tourist Trophy. Isla de Man (II).
· VII) Tourist Trophy. Isla de Man (III).
· VIII) Tourist Trophy. Isla de Man (IV).
· IX) Tourist Trophy. Isla de Man (V).
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