Uno de junio. Primer día de carreras. Quizá por eso me levanté con ganas
de un buen chute de adrenalina. A esas alturas ya tenía grabado a fuego uno de
los carteles que se pueden ver por la isla: “Know your limits. Respect our
roads”. Y así, conociendo mis límites, sin comportarme como un
descerebrado, acudí de nuevo a la llamada de La Montaña a darme una
alegría. Y me la di, vaya si me la di. Pero al llegar a Creg Ny Baa me prometí
a mí mismo que esa era la última vez que lo hacía, porque una vez arriba es
muy, muy complicado no calentarse, y
más si llevas varios días yendo y te empiezas a conocer el trazado. Al día
siguiente era el Mad Sunday. Me habían recomendado no hacer el Mountain
Course por cómo va la peña y los
accidentes que suele haber. Pero antes de disfrutar ese día tan conocido por los achicharrados de medio planeta, debía gastar lo mucho que me quedaba de este.